Queridos abuelos:

Y a todo esto le quiero sumar dos testimonios que me hicieron ver que significáis mucho más de lo que os acabo de señalar. El otro día estuve conversando con mi amiga Vero sobre este tema. Ella siempre ha vivido muy unida a su abuela y me comentaba que su ‘Lala’ –como ella le dice-, es una persona muy importante. "Es como si fuera mi segunda madre, sabe todo de mí y me conoce a la perfección". Su relación es, como ella define, especial. "Si tengo que ir de compras, Lala no tiene problema en acompañarme". Además, "mi abuela se lleva genial con todas mis amigas, a veces parece una más". Ha crecido, ha viajado y ha compartido muchos momentos con ella. En definitiva, "mi abuela es fundamental en mi vida y una parte de mi".
También tengo otra amiga, Nuria, que aunque ya no puede disfrutar de su abuela, para ella sigue igual de presente en su día a día. "Ahora ya no está conmigo, vivo a base de recuerdos que no consiguen llenar el vacío que dejó en mí cuando se fue. Todavía escucho su voz diciéndome te quiero, siento sus abrazos y oigo su risa cuando recuerdo nuestras tonterías. Todavía bailan mis pies si suena su canción, puedo percibir su olor impregnado en las cuatro paredes de su habitación y saborear sus mejores platos". Además, finalizó diciéndome que "la eternidad solo existe en nuestros corazones". Cada palabra que me dijo me llegó al corazón, pero me quise quedar con la última frase porque tiene toda la razón. Lamentablemente los abuelos no sois eternos físicamente, pero estoy segura de que sí lo seréis dentro de cada uno de vuestros nietos.
Publicación para la revista SEMENTERA: Mundo Rural en Palencia (diciembre 2015)
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